viernes, 23 de octubre de 2009

Me levanto. Me visto, miro por la ventana. Pienso que he vuelto a la realidad, al lugar donde no vale despertarse y que las pesadillas desaparezcan. Me voy. Llueve.
Se levanta. Se viste y mira la tele. No necesita mirar por la ventana para saber qué va a ocurrir ahí fuera. Una hipocresía absoluta se refleja en su rostro. Se va. Llueve, ¿y que?
Camino. Camina. Me resguardo de la lluvia en un portal. Le gusta sentir la lluvia en su cara. Y ahora qué le digo. Mira quien viene por
ahí. Hola!. Hola que tal?. Bien, bueno, un poco mojado. Si, yo tambien jajaja. Silencio. Qué casualidad el encontrarnos aquí. Ya!. Bueno, tengo un poco de prisa, nos vemos!. Venga chao!.
Qué precioso día. A ver si pasa algo interesante de una puñetera vez.

viernes, 9 de octubre de 2009


Volviendo a las cuestiones existenciales del hombre, he de decir una cosa: las personas, aunque no queramos, estamos hechas para enseñar a la gente. Con nuestros comportamientos enseñamos a los demás a que aprendan de nuestros errores, a que no tropiecen en nuestra misma piedra. Cómo he dicho antes, a veces no está en nuestros principales objetivos ayudar a alguien en particular, lo hacemos de todas formas, inconscientemente, e inconscientemente tambien buscamos y deseamos una especie de recompensa. Claro está, no tenemos tal recompensa garantizada, ni mucho menos. Una recompensa que no tiene que ser un "gracias por todo" o un "nosé que haría sin ti", no hay que ser tan exigentes. Es suficiente con demostrar que estás agradedido o agradecida por la ayuda y el consejo que te han prestado. Desgraciadamente, como es en mi caso, ésto no ocurre así. No sólo no recibo una recompensa por lo que me he esforzado y por lo que me he preocupado, sino que ésta situación hace que me sienta sin ganas de prestar más ayuda. Me parece injusto, y si alguien está en una situación parecida, entenderá a lo que me refiero. Soy un poco tonto (hoy mismo me lo han dicho) por escribir ésto aquí, pero bah, ya no tengo nada que perder.