miércoles, 25 de agosto de 2010

Algunos piensan que las personas son vulnerables a cualquier estímulo al que estén expuestas, tanto consciente como inconscientemente.
Otros piensan que esas mismas personas, cuando realmente creen en algo, no existe a penas ningún estímulo que pueda hacerles cambiar de opinión; pero justo en el momento en el que alguien encuentra esa recóndita posibilidad, esa improbable consecuencia, todo puede venirse abajo, todo lo construído y todo lo que quedaba por construír.
También dicen que existen formas de sortear ese tipo de obstáculos, formas de evitar que se desvanezca lo que hasta ahora era la realidad.
Eso sí, lo que no saben es que si el día menos pensado, el más increíble de los estímulos con pelo castaño, ojos marrones y la sonrisa más bonita del mundo llama a tu puerta, esquivar la piedra para no tropezar se convierte en el más complicado de los cometidos.